La ciudad cordillerana arma un pliego de licitación para convertir los residuos en ingresos: no sólo con el reciclaje sino con la producción de biogás a partir de la basura orgánica, que compone el 50% de los residuos urbanos.
El problema de la gestión y tratamiento de los residuos urbanos afecta a municipios, provincias y hasta países: son pocas las juridicciones que han podido encontrar soluciones a largo plazo, y la gran mayoría no se ubican siquiera en nuestro continente. Pero Bariloche podría convertirse en punta de lanza para la región, si prospera el proyecto de licitación que se está elaborando desde ese Municipio.
El Ejecutivo Municipal de esa localidad, que lidera el intendente Gustavo Gennuso, está impulsando un proyecto novedoso: eliminar directamente el Vertedero Municipal y convertir a los residuos urbanos en una fuente de ingresos, en lugar de en un agujero negro para las finanzas municipales.
El pliego de licitación que está elaborando, y que estaría terminado durante abril, se orienta a la construcción de una planta de biogás (y potencialmente otros productos, como biofertilizantes y espirulina) a partir de los residuos orgánicos, a través de un proceso industrial que dejaría un mínimo porcentaje de residuos para disposición final.
El proyecto, además, no sólo facilitaría, sino que fortalecería el actual trabajo de clasificación y venta de residuos reciclables (que lleva adelante la Asociación de Recicladores Bariloche o ARB), al hacer más eficiente la separación de lo orgánico y garantizar una mayor entrada de reciclables limpios a su planta.
Semejante proyecto tendría como resultado el cierre definitivo del Vertedero, que ha generado incontables problemas a los barrios que fueron surgiendo en sus alrededores con la explosión demográfica de Bariloche en las últimas décadas, y que tras su remediación tendría incluso potencial de suelo urbano para viviendas, con sus 40 hectáreas de superficie.
Y sería una solución superadora respecto de lo que se viene realizando en las ciudades más pobladas de Río Negro y Neuquén, en donde hay experiencias muy exitosas de reciclaje de plástico, papel, vidrio, metales y otros elementos, pero cuyos residuos orgánicos sólo se han alejado de los centros urbanos para rellenar vertederos regionales, que siguen teniendo un importante impacto ambiental además de inmensos costos en el traslado de basura.
Teniendo en cuenta que lo orgánico compone aproximadamente el 50% de la basura que genera una ciudad en promedio, no abordar ese problema es posponer lo inevitable.
Una convocatoria de ideas
La iniciativa que impulsa la Municipalidad de Bariloche es fruto de un interesante trabajo interinstitucional, en el que la comuna convocó a otros sectores clave: la ARB, la Cooperativa de Electricidad Bariloche (CEB), INVAP, el Gobierno Provincial y el Concejo Municipal.
Con esta mesa de trabajo constituida, en noviembre de 2020 el gobierno de Gennuso abrió un Registro de Proyectos Ambientales: una suerte de convocatoria de ideas para sumar diferentes aportes y miradas sobre la remediación y puesta en valor del Centro de Residuos Urbanos Municipal (CRUM) y el actual Vertedero.
Todas esas instituciones conformaron junto al Municipio la Comisión Evaluadora del concurso -que no generó obligación alguna de contratación-, y desde allí se relevaron las distintas propuestas presentadas, se evaluaron y se formularon recomendaciones para considerar en el pliego de licitación.
Al concurso se presentaron dos empresas -Oil Fox y Cre-Invest-, con propuestas que van en el sentido que Bariloche busca: que la basura deje de ser un costo, para convertirse en un insumo industrial en la generación de energía (junto a otras posibilidades que incluyen también biofertilizantes de alta calidad, el cultivo de espirulina y la obtención de bonos o créditos de carbono) y que facilite al mismo tiempo las operaciones de recuperación y reciclaje para la ARB.
La basura como insumo industrial
Las propuestas relevadas por el Municipio de Bariloche, y el diseño actual de la licitación pública, apuntan a la construcción de una planta industrial de generación de biogás a partir de los residuos orgánicos. Allí, el gas natural extraído de los componentes orgánicos se convertiría en energía eléctrica -tacleando así otro problema estratégico-, y luego incluso podría convertir los residuos ya “digeridos” en biofertilizantes de alta calidad, que podrían comercializarse en toda la zona agrícola de la provincia y más allá también.
Así, el 50% de los residuos generados en la ciudad ya tendría un destino industrial y se convertiría en una actividad económica en sí misma. A partir de eso, el resto de los residuos (de los cuales la gran mayoría es recuperable o reciclable) se procesarían a través de la Planta de Clasificación de la ARB, que podría hacer crecer su capacidad de procesamiento a niveles impensados: se estima que podría pasar de las 80 toneladas de reciclables que actualmente procesa por mes, a cerca de 40 toneladas diarias.
Esto abre la puerta a que la ciudad convoque a su parque industrial en desarrollo a empresas que fabrican productos a partir de insumos reciclados, para que se radiquen en la ciudad cordillerana y sean los principales compradores de la ARB, potenciando una economía alternativa que profundiza la diversificación productiva que busca el intendente Gennuso.
Se trata, en resumen, de una solución inspiradora y un cambio de paradigma que podría tener un impacto regional inesperado. Bariloche podría convertirse en el modelo a seguir para una gran cantidad de ciudades patagónicas que aún no logran encontrar una solución de largo plazo al problema de la basura.