Por Luis Lehmann
Sin duda, en un mundo cada vez más interconectado y multipolar, el entorno y la situación internacional influyen en el crecimiento económico de los países y las regiones. En este marco, distintas tensiones como la escasez de recursos, la volatilidad de las cadenas de suministro o las consecuencias del cambio climático comienzan a adquirir dimensiones geopolíticas.
En paralelo, y ante la demanda de una sociedad agotada por la pandemia de Covid-19, hay que buscar nuevas formas de hacer economía y de gestionar los recursos. En esta dirección, la economía circular no es futuro, sino que es un presente cada vez más relevante. Este nuevo modelo promueve el desarrollo económico a partir del desacople de la extracción de recursos.
Si bien puede pensarse esta nueva economía en función de materias primas, gracias a los avances de la tecnología está cada vez más orientada a los servicios y a la desmaterialización, por lo que comienzan a tomar mayor relevancia los recursos humanos, trabajo y conocimiento, y otros recursos intangibles como los datos.
“Dado que las materias primas representan actualmente alrededor del 40% de los costos de los fabricantes, los modelos de circuito cerrado pueden aumentar considerablemente su rentabilidad y protegerlos de las fluctuaciones de los precios de los recursos” según los expertos en finanzas sostenibles Andrew Sheng y Xiao Geng en la prestigiosa publicación Project Syndicate. “Este último punto pone de manifiesto la dimensión geopolítica de la economía circular, de los 54 materiales que son críticos para Europa, el 90% debe importarse, principalmente de China” afirman.
Si bien las causas de la agresión contra Ucrania involucran cuestiones más allá de este artículo, sus consecuencias sin dudas impactan también en la economía global tanto como regional. A pesar de que el acceso a los recursos no ha sido el principal motivo del ataque, sin duda acelerará cambios en la política energética y en los modos de producción que ya estaban en marcha.
Frans Timmermans, vicepresidente Ejecutivo de la Comisión Europea, señala que “el conflicto que acaba de surgir en nuestras fronteras es también una crisis climática y de recursos. La economía circular es un instrumento para la resiliencia económica a medida que nuestras dependencias de recursos se convierten en vulnerabilidades crecientes, con implicaciones geopolíticas”. Estas declaraciones fueron realizadas en la reciente Conferencia de la Plataforma de Partes Interesadas en la Economía Circular de la Unión Europea (EUCESP).
Como señala también el especialista italo-hispano en economía regenerativa Nicola Cerantola, estos conflictos expresan las tensiones geopolíticas que se han estado y se irán generando cada vez más por la lucha por los recursos estratégicos. Antes era la sal o las especias, luego el carbón, petróleo o el wolframio, hoy el gas, el litio o el coltán.
El gas es un insumo esencial para muchas cadenas de suministro. Principalmente Alemania y los países del Este de Europa dependen en gran medida de la provisión de Rusia. En ambos casos, el energético y el del aprovisionamiento, el desarrollo de una economía más circular aporta soluciones tales como la promoción de la generación renovable distribuida y el potencial de acortar cadenas de suministro a partir de acercar la producción a los centros de consumo.
Además de la energía, se verán afectados los mercados de alimentos, la provisión de metales (Rusia y Ucrania lideran la producción mundial de níquel, cobre y hierro), el transporte y probablemente la fabricación de microchips, según los especialistas en logística y cadenas de suministro Sarah Schiffling y Nikolaos Kanellos.
Desde ya, las respuestas a la encrucijada geopolítica no se hacen esperar, y apuntan a seguir haciendo “circular” la economía en dirección a la sostenibilidad y resiliencia, acelerando la transición: Alemania, anunció el adelantamiento del objetivo del 100% de energía renovable para 2035.
En tiempos de crisis global, se vuelve indispensable optimizar los recursos, no hay lugar para despilfarros. A los viejos problemas se los debe encarar con nuevas soluciones, no hay margen para repetir recetas. El mejor remedio para la enfermedad es no seguir gastando a cuenta. Una economía circular es la oportunidad de hacer más con menos.
Ese cambio en la dirección correcta es posible, sin detener el progreso, porque tenemos las herramientas -los recursos humanos, materiales, económicos, la tecnología y el conocimiento- para implementar alternativas para resolver los grandes problemas que tenemos por delante como humanidad.
Necesitamos hacer ese clic consciente hacia una nueva economía con el ser humano en el centro, que, sin detener el desarrollo, tenga en cuenta los límites de los recursos naturales. Si al mismo tiempo consideramos la especial relación de la geopolítica con el cambio climático, ese nuevo modelo tendrá indefectiblemente que ser circular.