En el Día Mundial del Reciclaje se busca difundir el respeto por el ambiente y la importancia de la práctica de reciclaje, la reutilización de materiales y la reducción del consumo de los productos poco amigables para el planeta, como envases con exceso de plástico.
Reciclar, reutilizar y reducir, términos que décadas atrás sólo utilizaban activistas del ambiente, se convirtieron en hábitos comunes de vecinos que participan de la separación de residuos, de niños que desde muy pequeños saben diferenciar tipos de basura, de empresas que separan en origen, y se consolidaron en políticas públicas, lo que llevó a la Unesco a disponer un Día Mundial del Reciclaje que se celebra este miércoles.
La fecha en el calendario busca difundir el respeto por el ambiente y la importancia de la práctica de reciclaje, la reutliización de materiales y la reducción del consumo de los productos poco amigables para el planeta, como envases con exceso de plástico.
Los 3 millones de habitantes de la ciudad de Buenos Aires, junto a las 3,5 millones de personas que la visitan diariamente, generan unas «6.500 toneladas de residuos por día, de las cuales se procesa el 73% y de ese porcentaje, se recupera un 78%. Es decir que, el recupero neto de la basura producida es el 57%.», precisaron fuentes del ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño, consultadas por Télam.
Pocos kilómetros hacia al sur, en el municipio de Avellaneda, diariamente se producen unas 340 toneladas de residuos de los cuales «entre el 40 y el 60 por ciento se pueden reciclar», afirmó Griselda Seoane, de la dirección de Higiene Urbana de la comuna.
«Vivimos un cambio de paradigma. Hace poco más de dos décadas, se intentaba explicar qué era reciclar, por qué era importante hacerlo y cuáles eran los métodos más efectivos. En la actualidad, y como consecuencia de incorporar el cuidado del medio ambiente como política pública de muchos municipios, hay cosas que ya están incorporadas en los ciudadanos», explicó.
Para Seoane, «hoy son los chicos los que enseñan a los adultos cómo diferenciar los residuos, qué cosas se pueden reutilizar o también acerca de la importancia del cuidado del medio ambiente».
Los «nuevos hábitos» forman parte de algo «que ya tienen incorporado gracias a las clases, charlas y talleres que se dictan en las escuelas», agregó la funcionaria.
«Todo empieza por casa. Si todos los vecinos pudieran separar los residuos secos, como papel, cartón y botellas; de los húmedos u orgánicos evitaríamos enterrar más de la mitad de la basura», explicó Seoane y recordó que en el municipio funciona un servicio diferenciado para la recolección de «secos o reciclables».
«Este servicio ya recorre cuatro barrios en distintos días y por la mañana, en contra turno del servicio habitual de recolección de residuos, además contamos con una lista de 300 vecinos que voluntariamente se unieron al programa, a través de un llamado al centro de atención al vecino. Los ‘reciclables’ son transportados a los cinco Ecopuntos que tiene el municipio donde trabajadores de la cooperativa Recicoop los clasifican, prensan, enfardan y preparan para su comercialización», explicó Seoane.
Por su parte, la ciudad de Buenos Aires es el único distrito del país que cuenta con un complejo de reciclado, integrado por 5 plantas de tratamiento para residuos, en las que se tratan diariamente unas 2.400 toneladas de residuos áridos, que se recuperan en un 95% y son vendidos a la industria de la construcción; 80 toneladas de residuos forestales; 10 toneladas de residuos orgánicos puros y hasta 14 de botellas plásticas (PET) que se procesa hasta el grado de escamas para uso industrial.
Eduardo Macchiavelli, ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad, dijo a Télam que «hemos logrado reducir más de un 50% la cantidad de basura que se lleva a entierro: de las 6 mil toneladas que se generan a diario, hoy recuperamos más de la mitad».
«Por eso estamos multiplicando los espacios donde los vecinos puedan llevar sus reciclables porque vemos que el compromiso es cada vez mayor» señaló Machiavelli, quien destacó el cambio de hábitos en toda la sociedad y que «los vecinos forman parte de este cambio cultural, no sólo porque llevan sus residuos a un contenedor sino porque también son muchos los que separan en origen y respetan los horarios».
Uno de los dispositivos más importantes que tiene la Ciudad es el sistema de recolección de residuos secos, a través del cual, unos 5.500 recuperadores urbanos nucleados en doce cooperativas de trabajo, recogen, clasifican, prensan, enfardan y comercializan los distintos materiales.
Un grupo de voluntarios del partido bonaerense de Quilmes creó la organización Eco.Punto Bernal y un sábado al mes juntan material reciclable, lo clasifican y llevan a la Cooperativa de cartoneros de Villa Itatí.
«Lo más lindo de la actividad es que lo hacemos con la gente del barrio, que se suma, participa, nos ayudan y sobre todo llegan a su casa y llevan el conocimiento sobre el reciclaje», explicó AgostinaFilippone una de las referentes de Eco.Punto Bernal.
«Se despertó un interés enorme por el ambiente en los últimos 20 años, que un nene de 6 años sepa diferenciar un plástico 4 de uno 5, habla de un cambio cultural de toda la sociedad».