La UE obligará a reciclar el 70% de los residuos en diez años. Tomra, Carbios o Renewcell, algunas de las firmas que se repiten en las carteras
Cuando hablamos de reciclaje lo primero que se viene a la cabeza son los contenedores o cubos de basura diferenciados por colores: amarillo para plásticos, azul para papel y cartón y marrón para restos orgánicos. También nos hemos acostumbrado a realizar la compra semanal llevando las bolsas de plástico o rafia desde casa, para darles más de un solo uso. Pero el concepto va mucho más allá. La concienciación ecológica, impulsada por las consecuencias del cambio climático entre otros factores, está llevando a un cambio de paradigma en los modelos de producción y consumo tradicionales, pasando de una economía lineal a otra denominada circular, en la que se tiene en cuenta todo el proceso de vida útil de un producto, desde cómo se fabrica hasta qué hacer con él una vez que se ha usado, y cómo se reutiliza o recicla sin perjudicar a la naturaleza.
Hasta tal punto ha cobrado importancia, que la Unión Europea elaboró el año pasado un paquete de medidas de economía circular para reforzar la gestión de residuos y el reciclaje. El objetivo es incrementar el nivel de residuos municipales reciclados hasta el 55% en 2025, el 60% en 2030 y el 65% en 2035, teniendo en cuenta las grandes brechas existentes entre los distintos países del club comunitario. Bruselas ya aprobó hace unos años una directiva sobre embalajes y residuos de embalajes, que obliga a los estados miembros a reciclar al menos el 70% de los residuos en los próximos diez años.
Pero a finales de 2017 solo Alemania, Eslovenia, Austria, Holanda, Bélgica y Suiza alcanzaban el 50%. «Algunos países deberán esforzarse más a la hora de cumplir los nuevos objetivos e incentivos de la UE, y es aquí donde se podrán encontrar, en último término, numerosas oportunidades de inversión, ya que, para cerrar esta brecha, se deberá conseguir la asistencia de empresas que facilitan la economía circular», explica Monika Kumar, co-gestora del fondo Candriam Sustainable Equity Circular Economy.
Entre estas compañías, los inversores han puesto el foco en aquellas dedicadas al rediseño de productos (empaquetados, materia prima renovable y fibra, materiales de construcción, agricultura de precisión), el uso circular (en los sectores de nutrición, moda y ocio, hogar y estilo de vida, economía compartida), tecnologías habilitadoras (digitalización, producto como servicio, logística y pruebas) o los recursos circulares (extensión de vida útil del producto, recolección y clasificación, recuperación y reciclaje).
«El modelo de consumo tradicional de adquirir-utilizar-tirar de la economía lineal, en donde se crea valor vendiendo tantos productos como sea posible, se está volviendo insostenible. Como respuesta, la economía circular, que mantiene los recursos en uso durante el mayor tiempo posible y extrae el máximo valor de aquellos mientras están en uso, recuperando y regenerando los productos y materiales al final de cada servicio, está ganando impulso rápidamente. Y este cambio se ha valorado en 4,5 billones de dólares de aquí a 2030», señalan en RobecoSAM.
«Hay ejemplos conocidos de éxito en reciclaje como la recogida de botellas de plástico mediante máquinas expendedoras inversas. En Alemania, han dado lugar a una especie de deporte nacional, en el que muchos jóvenes y adultos participan en la recogida de botellas de plástico a cambio de dinero. Este fenómeno ha generado un impresionante porcentaje de recogida del 95% de los envases de tereftalato de polietileno a escala nacional. Y cada vez más países están introduciendo planes de devolución de depósitos para promover el reciclaje por parte de sus consumidores. Esta tendencia se va a incrementar, debido a la Directiva sobre Plásticos de un Solo Uso de la UE, que establece un objetivo de recogida de botellas del 90% para todos los estados miembros en 2029, así como el requisito de que todas las botellas de plástico contengan un mínimo del 25% de plástico reciclado en 2025″, subraya Quentin Stevenart, analista ASG de Candriam.
Carbios, Tomra o Renewcell son algunos de los nombres que se repiten en los tres fondos lanzados recientemente que tienen como estrategia precisamente la inversión en la economía circular, aunque muchos fondos clasificados por Morningstar en la categoría temática de ecológicos también se fijan en este tipo de compañías centradas en el reciclaje de residuos.
Tomra, gigante noruego que opera en 80 países con una capitalización bursátil de 59.104 millones de dólares, se dedica a desarrollar sistemas automatizados de clasificación de reciclaje para una amplia gama de materiales y residuos. De esta forma, la empresa es capaz de recuperar 40.000 millones de envases de bebidas usados, 715.000 toneladas de metales y evitan la emisión de 28 millones de toneladas de CO2 al año.
Carbios es una firma francesa mucho más pequeña, con un valor en bolsa inferior a los 500 millones de euros, pero que se ha hecho un nombre dentro de las firmas químicas dedicadas al biorreciclaje, al contar con 38 familias de patentes. A diferencia de los procesos de reciclaje de plásticos habituales, el proceso por Carbios se basa en enzimas, lo que permite la despolimerización específica de un único polímero, como el Pet, presente en los distintos plásticos que se van a reciclar.
Renewcell, dedicada al reciclaje de ropa, utiliza una tecnología que disuelve el algodón usado y otras fibras naturales en una nueva materia prima biodegradable, la pulpa circulose, que se puede volver a utilizar de nuevo en la producción textil.